Las antiguas venerables órdenes terceras fueron movimientos
aglutinadores de seglares o laicos que decidieron vivir siguiendo la
espiritualidad determinada por el carisma de una orden religiosa.
En la Merced las
cofradías o hermandades nacen del propio espíritu liberador de la orden ya que
el fundador san Pedro Nolasco las creó para que los seglares colaboraran con
los frailes en la redención y asistencia en las casas hospitales de los
ex-cautivos, de enfermos pobres y de peregrinos. Al retornar a España se
imponía el escapulario de María de la Merced a los cautivos liberados y así se
convertían en “esclavos” de la Virgen. Originalmente
funcionaban de forma autónoma y con independencia canónica de la orden. Más
tarde necesitaron la carta de hermandad y la agregación a la Merced (1). En
este momento ya podemos hablar de la primera esclavitud, llamada como tal, la
de Nuestra Señora de los Remedios nacida en Madrid en 1613 en el convento
mercedario y por ello adoptan su titular (2).
Fray Pedro de Jesús María (o fray Pedro de la Serna
antes de su profesión en la Descalcez) escribió Estatutos de los Esclavos de Nuestra Señora, donde se impone la devoción
de esta gran Reina a todos los que se precian de aficionados suyos (Sevilla, 1614). El libro trata de los fines de la Esclavitud
- el honrar a la Virgen María como humildes siervos o “esclavos” de Ella -, y
de sus reglas. A ella pertenecían fieles de ambos sexos pero el gobierno sólo
recaía en los hombres. El seglar
firmaba la carta de esclavo y como señal de su consagración debía llevar el
escapulario blanco o el escudo de la Merced, preferentemente por fuera para dar
buen ejemplo. Guardaban las fiestas y ayunos obligatorios de la iglesia, las vísperas
y todos los sábados del año dedicados a la Virgen. Se rogaba la asistencia a
las procesiones marianas celebradas en los conventos cada tercer domingo de
mes, y a la misa los sábados por la mañana o a la Salve de las tardes, y el
rezo del Rosario. Asimismo debían ejercitarse todas las obras de misericordia,
a más de dar limosnas para redimir cautivos y se guardaban en un arca hasta
su entrega a los padres redentores de la provincia (3).
En todos los conventos masculinos debieron existir,
o al menos en la mayoría de ellos. Pero la documentación conservada
es escasa. Trataremos brevemente las que conocemos que hubo en El Viso del
Alcor y en Carmona, originada por los descalzos visueños.
El Archivo Arzobispal
sevillano nos descubre que en El Viso del Alcor se fundó una Esclavitud en 1798. Las Reglas fueron aprobadas en 10 de
agosto de 1800 y en 15 de enero de 1801 por el padre general de la Merced
Descalza y por el ordinario eclesiástico del arzobispado hispalense, respectivamente.
Parece ser que la Real Audiencia solicita las ordenanzas en 11 de agosto de
1802, siendo este dato el último que conocemos. Tal solicitud fue presentada
por el comendador fray Jerónimo de san Mateo, junto con los señores José
Morilla Ojeda, Juan Benítez, Bernardo de León, Juan Jiménez Tamariz, Juan
Morguecho y Juan Martín de Salazar, vecinos de dicha localidad, y los comisarios,
hermano mayor, mayordomo y diputado (4).
Pero la devoción mariana propagada por los buenos
frailes descalzos cristalizó en una Esclavitud en Carmona - Confraternidad del Rosario de María Santísima de la Merced y
Misericordia -, fundada
canónicamente en su capilla de la parroquia de san Pedro, anterior a la del propio convento del Alcor y
ello fue posible por las visitas que los descalzos hacían a Carmona como
propietarios de fecundas aranzadas de olivar. Las Reglas fueron aprobadas el 7 de enero de 1743.
Cuarenta y dos años después, en 28 de junio, la Esclavitud se agregó a la
Cofradía de Nuestra Señora del Rosario de la iglesia de santo Domingo de
Carmona. Las Reglas nos son conocidas por un opúsculo de 1814. La corporación
se componía y se compone en la actualidad exclusivamente de mujeres, aunque es
escaso el número de hermanas.
La primitiva imagen mariana de la que no tenemos
noticias debió reemplazarse por otra, de candelero, fechable a principios de la
época decimonónica y que viste al uso mercedario. Porta en sus manos
escapularios con el emblema de la orden junto con el símbolo de la Esclavitud
de Seglares (una S atravesada por un clavo). Unos angelitos revolotean alrededor
de Ella simulando coronarla. La iconografía de Redentora de Cautivos se nos
muestra en un óleo sobre raso que centra el antiguo estandarte de la hermandad,
fechable en la segunda mitad del siglo XVIII, con aditamentos argénteos, corona
y media luna de plata (5).
María Teresa Ruiz Barrera
Notas a pie de
página:
(1) PLACER LÓPEZ, Guillermo,
O. de M., “Esclavitudes marianas mercedarias, y sus reglamentos” en, Boletín de la Orden de la Merced, Roma,
1978, pp. 184-185.
(2)
GÓMEZ, Eliseo, Primer convento mercedario
en Madrid. Monasterio de Tirso de Molina en Estudios. 152 (1986) 58
(3)
Hubo otra al año siguiente con el
título Estatutos y Constituciones
que han de guardar los Esclavos de Nuestra Señora de la Merced. RUIZ BARRERA, Mª Teresa, “Auge, ocaso y
pervivencia de hermandades mercedarias de gloria.
Devoción, historia y arte en la Archidiócesis de Sevilla”, en Anuario de Historia de la Iglesia andaluza,
Sevilla, 2015, VIII, 230-232.
(4)
Ibidem, 220-221.
(5)
Ibid., 216-217.
La Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, agradece a doña María Teresa Ruiz Barrera, su aportación para la historia de nuestra corporación nazarena.
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