Una historia de cuatro siglos
Entrado el siglo XVII, el viernes 23 de enero del año del Señor de 1604, a las 10:00 de la mañana, cinco hermanos recoletos perteneciente a la Real Orden de Nuestra Señora de la Merced y Redención de Cautivos, al frente de los cuales estaba el padre fray Luis de Jesús María, llegaron a la villa de El Viso para fundar un convento, cuyo título sería del Corpus Christi. Dicho convento fue edificado junto al palacio de los condes de Castellar, puesto que sería patrocinado por doña Beatriz Ramírez de Mendoza, VII señora del El Viso y IV condesa de Castellar. En aquel lugar se empezó a dar culto público a la imagen de un santo crucifijo que fue enviado por la condesa desde su palacio madrileño y al que se empezó a venerar bajo la advocación de Jesús Nazareno.
En el mes de junio del año de 1617 se concluyeron las obras
de la iglesia de los mercedarios descalzos de El Viso, siendo IX comendador
de esta piadosa Orden el muy reverendo padre fray Marcos de la Santísima
Trinidad. A partir de esos momentos, comienza el pueblo a tener gran devoción
por el santo crucifijo que actualmente recibe culto en esta
iglesia, en el primer altar del lado del Evangelio, bajo la advocación de Cristo de la Misericordia. Ese arraigo devocional fue
la causa inmediata para crear, por parte de la Orden Mercedaria y una serie de
visueños, una cofradía a la que habrían de denominar de Jesús Nazareno.
La imagen
iconográfica de Jesús Nazareno fue muy difundida en Andalucía por las órdenes
religiosas, entre ellas la de los padres mercedarios, y así ocurrió en numerosas poblaciones. Tal fue el caso en la villa de El Viso que, por entonces y a pesar de haber
protagonizado hazañas nobles, contaba con una menguada vecindad, ya que sus
casas no pasaban de ciento sesenta.
Décadas después se
decidió sustituir la imagen del Crucificado por la de un Nazareno con la cruz a
cuestas, un cambio muy probablemente auspiciado por el pueblo y por la propia
cofradía, que encontraba su razón de ser en la imagen de un Dios hombre que
soporta sobre sus lastimados miembros, la cruz de nuestros pecados. Por esos
años nos cuenta fray Pedro de San Cecilio en los Annales de la Orden de
Descalzos de Nuestra Señora de la Merced, que ya se hacía la
Estación de Penitencia puesto que imagen contaba con una "gran devoción con ella todos los vecinos de aquel lugar, y por eso han
situado allí una muy principal Cofradía, que es la de Jesús Nazareno, cuya
procesión muy devota, y edificativa se hace el Viernes Santo de cada año a
punto de amanecer".
La muy devota imagen
de Nuestro Padre Jesús Nazareno con la cruz a cuestas y la de Simón de Cirene
fueron realizadas hacia el año de 1669 por el maestro imaginero Andrés Cansino
que fue discípulo de José de Arce y residía en la calle Aire de la ciudad de
Sevilla. A través del testamento de Andrés Cansino, él mismo reconoce ser
autor de la imagen del Señor pues
declara que el "Padre Comendador que
hoy es del Convento de Mercedario Descalzos de la Villa de El Viso, me debe
Cien Reales del resto de la hechura de un Jesús Nazareno, mando se cobre". Esto
nos indica que la obra fuese una de las últimas que Andrés Cansino realizase, fechándose, por ello, en el
mencionado año de 1669 su hechura y en 1670, su llegada a El Viso, ya
que en octubre de 1670 muere Andrés Cansino y es sepultado en el
antiguo Convento Dominico de San Pablo de Sevilla.
Las actas de las
visitas pastorales a la parroquia de El Viso, nos indican que ya en 1666
existía esta cofradía y que se mantuvo durante los siglos siguentes, tal y como lo corroboran otras actas pastorales de 1679,
1687 y 1721. Desde entonces y por siempre ésta devota cofradía realiza su
estación de penitencia durante la mañana del Viernes Santo.
Durante el primer
tercio del siglo XVIII, la Hermandad pasa por tiempos de bonanza. Conocemos
que en octubre de 1712 eran mayordomos de la cofradía, don Diego Rico y don
Antonio Sánchez. Pero al igual que ocurre con otras cofradías de idéntico
carácter en Andalucía, nuestra corporación debió de pasar por momentos
esplendorosos, lo que se traduce en un enriquecimiento devocional y
patrimonial; durante este período la historiografía sitúa la ejecución de las
imágenes de María Santísima del Mayor Dolor y Traspaso y San Juan Evangelista,
ambas imágenes de autoría anónima y que muy probablemente fueron realizadas
para la propia cofradía. La muy posible llegada de nuevas imágenes titulares a
la corporación provocó un incremento patrimonial y así, en el año de 1711, se
documenta la saya bordada más antigua que aún posee nuestra Virgen Dolorosa.
Desde el segundo
tercio del siglo XVIII, nuestra corporación entra en un largo período de
decadencia; por una parte sufre las consecuencia de hambrunas y calamidades,
tal y como lo testimonia en 1738 el escribano de las cofradías de la Villa, don
Manuel Vergara, quien afirma que "por las calamidades de los tiempos y mucha
pobreza y haberse ausentado muchos vecinos de esta villa, no se han nombrado
mayordomos que sirvan las cofradías de la Santa Vera-Cruz, Nuestro Padre Jesús
Nazareno, del Santísimo Sacramento, ni del Santo Entierro, porque como se
componen de limosnas que dan los hermanos y vecinos de esta Villa y pujas que
hacen en los pasos cuando salen, y no haberse podido cobrar por las dichas
razones". Por otra parte nuestra Hermandad también padeció las consecuencias
de las críticas ilustradas a las manifestaciones de religiosidad popular del
barroco, lo que provocaría una mayor austeridad en el desfile procesional tal y
como sugerían las instrucciones eclesiásticas.
El siglo XIX fue, sin lugar a dudas, el siglo más complicado para la historia de nuestra Hermandad que sufre
seriamente las consecuencias de revueltas sociales, las desamortizaciones, así
como la crisis social y de subsistencia que continuamente azotan el país
durante la centuria decimonónica. Hasta 1836 no se tienen noticias de esta
Hermandad que, junto a otras cofradías, aparecía establecida en el pueblo de El
Viso, aunque parece ser que por esos años no realizaba su anual estación de
penitencia, tras verse afectada por la desamortización decretada por José Álvarez
Mendizábal y por encontrarse inmersa en una profunda decadencia.
Es un año grave para
esta Hermandad y Cofradía el de 1847, en que llegó a tal extremo su
decadencia, que tuvo que fusionarse con la Hermandad Sacramental, no saliendo
procesionalmente durante esos años. Esa fusión se hizo efectiva en un
inventario, en el cual nuestra corporación aportaba las imágenes del Señor con
corona y potencias de plata, la Dolorosa con corona y corazón de plata, el San
Juan con diadema de plata, las ropas de las imágenes tanto de gala como de
altar, un paso jaspeado con seis faroles, tres cruces, diez horquillas y un
simpecado con la imagen de Jesús y la Verónica. Tras esta fusión entre nuestra
Hermandad y la Sacramental, se constituyó una junta de gobierno encabezada por
el hermano mayor don Gabriel Jiménez Rico, un secretario don Antonio Moreno
Luque (presbítero) y don Evaristo Jiménez y don Antonio María Burgos, cuyos
cargos desconocemos.
Treinta años después,
en 1879, un grupo de jóvenes solicita al hermano mayor de la Hermandad
Sacramental, don Pedro López de Tejada, la entrega de las imágenes de Jesús
Nazareno, de la Virgen del Mayor Dolor y de San Juan Evangelista, para
reorganizar la Hermandad, conformándose la siguiente junta de mesa de la
Hermandad: hermano mayor o mayordomo primero: Domingo García de Tejada y León,
mayordomo segundo: don Agustín Jiménez Mateo, mayordomo tercero: don José
Fernández, fiscal: don Teodomiro Sánchez Jiménez, celador primero: don José
Méndez Sánchez, celador segundo: don Manuel Borreguero, depositario: don
Emiliano León y Sánchez (presbítero) y secretario: don Lorenzo López. Esta
nueva Junta de Gobierno que tuvo que "luchar con obstáculos casi insuperables
dado el desperfecto que encontraron en el mobiliario, desnudez de efigies,
andas deterioradas y enormes faltas de atributos" tal y como se detalla en
el preámbulo histórico del libro de reglas 1887.
Entre 1879 a 1886
se hacen esfuerzos enormes para que la Hermandad vuelva a salir con enorme
lucimiento y fervor, tal y como se consigue en el último año mencionado. Según
indican las reglas de 1887, "la cofradía ha salido con lucimiento y bien
alumbrada, las efigies que están a nuestro cargo cuentan con vestimentas
adecuadas a la índole de su destino y los atributos y efectos, si todos no se
encuentran en su estado satisfactorio, es nuestro cálculo su reposición y
reforma a medida que vayan consistiendo los recursos que se adquieran".
El día 20 de
Junio de 1886 se celebró un cabildo en el que se aprobaron las cuentas, se
sustituyeron los cargos y se gestó la idea de realizar un reglamento o
disposición que rijan y normalicen todos los actos que haya que practicar.
Dicho reglamento fue realizado por el entonces secretario don José Muñoz y León
procurando corregir con saludables prohibiciones todo exceso que pueda rayar
en abuso acarreando lamentables consecuencias. Tras una serie de cabildos, el día 6 de enero, el día 2 de
octubre y el día primero de noviembre, es solicitada la aprobación de las
reglas a su Eminencia el cardenal de la Archidiócesis. El día 23 de marzo del año de 1889, el cardenal de Sevilla, fray Ceferino González
aprobó las Reglas, las cuales conserva nuestra Hermandad y cuya síntesis
histórica nos dice que esta Hermandad "fue enriquecida en aquellos tiempos
por bienhechores que con celo y actividad proporcionaban pasos, alhajas y
efectos al amparo de ilustres Mercedarios Descalzos establecidos en la misma
iglesia, haciéndose con el mayor esplendor los cultos prevenidos en sus
estatutos". También se da cuenta de las vicisitudes pasadas por la Hermandad
como la supresión de bulas y privilegios que poseía nuestra Hermandad, la
incautación de documentos, inventarios y estatutos, así como hace referencia a
la fusión temporal con la Hermandad Sacramental entre los años de 1847 y
1879. Asimismo se hace mención a la devota novena a Nuestro Padre Jesús
Nazareno, que concluía con la Función Principal en el día del Dulce Nombre de
Jesús y que se empezó a celebrar desde el año de 1879.
Con esta
reorganización comienza una etapa de continuos altibajos que llegará hasta la
Guerra Civil Española (1936-1939). Durante este período de entre siglos, se establece los
cultos anuales consistentes en una novena en honor de Nuestro Padre Jesús
Nazareno, concluyendo con la función principal en el mencionado día del Dulce
Nombre de Jesús y la estación de penitencia al calvario durante la mañana del Viernes Santo.
Además se establece la fecha de cabildos generales ordinarios, que habría de
celebrarse cada 25 de julio a las 12 de la mañana y se fija una mesa
o junta, que debe estar formada por un hermano mayor, un teniente de hermano
mayor, un mayordomo-clavero, un fiscal, tres celadores, un depositario y un
secretario. Dicha mesa fue renovada y sustituida en numerosas ocasiones dada la
precaria situación social que se estaba viviendo durante este período
finisecular, pues debemos de recordar que en el último capítulo de las reglas
que por aquel entonces poseía la Hermandad, se contempla "la supresión de
todos los actos de la Hermandad en tiempos de epidemias".
Pero el fin de la
centuria decimonónica deparó otro problema para nuestra corporación: desde
1892 el administrador del duque de Tarifa, don Ramón López de Tejada, intenta
clausurar la capilla de Nuestro Padre Jesús, por encontrarse en estado ruinoso
tal y como calificó el maestro mayor de la villa, don José Fernández Jiménez. El
secretario del duque de Tarifa consideraba que el convento pertenecía a la casa
ducal de Medinaceli, a la que había derivado el condado de Castellar, sin
embargo el presbítero Primitivo Tarancón, media
en el conflicto y consigue mantener abierto nuestra sede canónica a pesar del
estado ruinoso de las cubiertas.
No tenemos noticias
de los primeros años del siglo XX aunque es muy posible que la Hermandad
estuviera pasando por un breve período de decadencia con sucesivos avatares que
afectan a la vida regular de la corporación. En el año de 1910 se intenta de
acabar con esta difícil situación y el
27 de marzo se reorganiza definitivamente la Hermandad formándose
una junta organizativa compuestas por el hermano mayor: don José Jiménez y
López de Tejada, un teniente hermano mayor: don José Daza y Espinosa, un
mayordomo clavero: don Eugenio León Santos, un fiscal: don Antonio Calvo
Burgos, un depositario: don José Arias Burgos, un secretario: don Francisco
Arias Burgos y tres celadores: don Juan de los Santos Jiménez, don Francisco
Jiménez Muñoz y don Pablo Cansino Rojas. Esta junta retomó las reglas de 1887
y se comprometió a "realizar las gestiones necesarias para que vuelva esta
Hermandad a su esplendor pasado".
Durante el primer
tercio del siglo XX se hicieron numerosos esfuerzos para revitalizar y
engrandecer la corporación, por ello se emprendió la restauración del paso del
Señor en 1910, se confeccionó un nuevo manto y vestido bordado en oro y sedas
para la Santísima Virgen en 1913 y se ejecutó un nuevo palio bordado por las
hermanas Trinitarias en 1915. En los iniciales años veinte volvieron problemas
económicos, a los que nuestra Corporación tuvo que afrontar con mucho trabajo y
fatigas, consiguiéndose incluso adquirir un nuevo paso de estilo “neogótico” en
el año de 1926. Pero los acontecimientos históricos de la II República y la
Guerra Civil Española interrumpieron la vida normal de la Hermandad que tuvo
que destinar gran parte de sus fondos a la ayuda de las clases más
desfavorecidas y suspender puntualmente su Estación de Penitencia.
El año de 1975 y
debido al deterioro sufrido por la imagen de nuestro amado titular, Nuestro
Padre Jesús Nazareno, debido a, entre otras razones, la acción de los insectos
xilófagos, la junta de gobierno que presidía como hermano mayor don Juan Martín
León, puso en manos del excelentísimo señor don Francisco Peláez del Espino,
presidente del Instituto de Conservación y Restauración de obras de arte de la
Dirección General de Bellas Artes de Sevilla, la dirección de la restauración
del más valioso patrimonio de nuestra Hermandad y Cofradía. Era el 17 de noviembre de ese año cuando fue trasladada la devota imagen hasta los Reales Alcázares de Sevilla,
retornando en un acto multitudinario pleno del fervor y devoción al
Nazareno, que tuvo lugar el día del Señor de 23 de marzo del año
1976.
En el año 1978 y al
amparo de las normas que se habían dictado a tal efecto, esta Hermandad elaboró nuevas
Reglas que fueron aprobadas por Cabildo General celebrado el 16 de junio
de ese año y siendo aprobadas por el señor arzobispo en un decreto firmado por su
notario, el muy reverendo señor don José Luis Peinado Merchante, con fecha de
23 de junio del mismo año. En cabildo general
extraordinario celebrado el día 4 de julio de 1994 se aprobaron nuevas
modificaciones de estas reglas que fueron ratificadas por ilustrísimo señor
vicario general don Antonio Domínguez Valverde, en fecha 10 de octubre de
1996.
El año de 1995 fue
uno de los más relevantes en la historia reciente de la Hermandad, al
conmemorarse el CCCXXV aniversario de la llegada de la sagrada imagen de
Nuestro Padre Jesús Nazareno, al pueblo de El Viso del Alcor. Durante el mes de
octubre tuvo lugar un triduo extraordinario con la venerada imagen del Señor en
la Iglesia Parroquial. El día 14 del expresado mes de octubre tuvo lugar
la Solemne Función del Aniversario, a cuyo término el Señor alcalde impuso la
medalla de oro de la Villa a la imagen del Señor, que fue nombrado popularmente
como “El Señor del Viso”. Con el rezo del Vía-Crucis la sagrada imagen fue
trasladada al convento del Corpus Christi, acompañada en todo momento por una
gran multitud de fieles.
Con el Año Santo
Jubilar nuestra Hermandad abre las puertas al siglo XXI: desde años atrás esta
corporación abanderó la restauración integral de su sede canónica, con enormes
esfuerzos económicos y humanos para salvaguardar uno de los edificios
históricos más relevantes de nuestro pueblo.El día 28 de febrero del año 2000, S.I. el Reverendísimo y Excelentísimo Señor Arzobispo de Sevilla, fray Carlos Amigo Vallejo, bendecía el nuevo retablo de la capilla de nuestros Sagrados Titulares, obra realizada en madera tallada por el artista sevillano Julián Sánchez Medina.
El día 24 de noviembre del año 2000 (Año Santo Jubilar MM), el cabildo general
extraordinario, se reunía para aprobar la adaptación de estas
reglas a las nuevas Normas Diocesanas promulgadas por el Sr. Arzobispo de
Sevilla el 31 de Diciembre de 1997. Con esta modificación de reglas se integra en el título de la corporación a
Nuestra Señora de la Merced, rescatando de esta forma el vínculo histórico con
la Orden que vio nacer a esta señera Hermandad y estableciendo un culto anual a
la imagen que preside el retablo mayor del convento del Corpus Christi. Dicho
vínculo quedó patente en los sucesivos años y así, en 2004, ésta Hermandad celebró con todo
júbilo el IV centenario de la llegada de los padres mercedarios descalzos a la
villa de El Viso. Una década después, el 8 de marzo de 2015, la Orden de la Merced Descalza otorgó carta de Hermandad a nuestra corporación nazarena, mientras que 2016, la Archidiócesis de Sevilla concede el carácter letífico por la vinculación histórica con la imagen de Nuestra Señora de la Merced.
El día 30 de
mayo del año de 2003, el Reverendísimo y
Excelentísimo Señor Arzobispo de Sevilla, fray Carlos Amigo Vallejo procedió a
la Solemne Bendición del altar del convento mercedario y a la inaguración de
nuestra sede canónica tras la restauración llevada a cabo por nuestra
Hermandad.
Durante las últimas
décadas se ha llevado a cabo importantes proyectos que han engrandecido
notablemente a esta corporación nazarena: desde enriquecimiento y ampliación del paso de
palio en los años finales del siglo XX, pasando por la creación de la Banda de
Cornetas y Tambores “Nuestra Señora de la Merced” durante el año 2003 o la
ejecución de un nuevo paso para Nuestro Padre Jesús Nazareno, estrenado en
2008 y concluido cuatro años más tarde, gracias al esfuerzo de la Hermandad y
a la generosidad del pueblo de El Viso.
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