Un retorno a su pasado más esplendoroso
Durante
este mes de noviembre todos los que se acerquen a nuestra Iglesia Conventual
podrán contemplar una estampa que no se repetía desde hace casi noventa años:
la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso ha recuperado una imagen añeja que nos
retrotrae al romanticismo decimonónico. Su vestidor, Miguel Ángel Crespo ha
querido recuperar esta estética que se había perdido y para ello, se ha
inspirado en una tabla pictórica propiedad de la familia López Moreno, que
representa a la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso tal y como se vestía a
principios del siglo pasado.
La
pintura realizado por Don Manuel Jiménez y López de Tejada y datada por
Federico Jaime López en los años veinte del siglo pasado, representa a la
Virgen del Mayor Dolor vestida con manto oscuro bordado en oro y corona dorada
de estética puramente romántica. Su rostrillo esta formado por leves encajes
alrededor de su rostro, mientras que el pecherín parece que esta formado por
una especie de tejido de tul. Sobre el pecherín, aparece el puñal en alusión al
traspaso de María y de su cuello pende una gruesa cadena con una cruz, que
según la tradición oral, fue regalado por los descendientes de los Condes de
Castellar a la Santísima Virgen. En su cabeza, la Virgen del Mayor Dolor y
Traspaso luce corona de oro, con ráfagas biseladas y canasto compuesto por
motivos en formas de rocallas, que por desgracia no conservamos.
Pues
bien, teniendo como referente esta obra de arte, nuestro vestidor ha intentado
plasmar la imagen de la Virgen siguiendo la estética del cuadro, aunque con los
medios con los que dispone nuestra Hermandad, puesto que la cruz y la corona
desaparecieron del ajuar de la Santísima Virgen, mientras que el manto corrió
similar suerte. A pesar de ello, debemos de señalar que la saya se ha conservado
y felizmente luce en estos días la Virgen del Mayor Dolor; se trata de la saya
de seda beige con bordados en seda morado y realizada en los inicios del siglo
pasado. De igual modo, la Virgen luce su manto de terciopelo negro, con su
antigua saya antes mencionada y luciendo un cíngulo compuesto por un cordón
dorado. Finalmente, la corona que actualmente la Virgen del Mayor Dolor, es la
perteneciente a Nuestra Señora de la Merced, una obra del S. XVIII y cuyo
diseño está más en consonancia con la imagen romántica que se le ha querido
imprimir en esta ocasión a la Virgen del Mayor Dolor, ya que no conservamos su
corona primitiva.
Las
analogías entre la pintura y la realidad, radican sobre todo en el pecherín,
compuesto por un tul o gasa blanca y una vuelta de encajes alrededor de la
cara; el rostro de la Virgen del Mayor Dolor aparece completamente rodeado por
este tipo de textil, tal y como aparece en la pintura. La Virgen luce su puñal
de salida y un collar con una de sus cruces pectorales, concretamente la que le
donó hace cuatro años nuestra hermana Eugenia Jiménez y que curiosamente tiene
alguna similitud con aquella cruz pectoral que según la tradición, los
descendientes de los Condes de Castellar donaron a María Santísima del Mayor
Dolor y Traspaso.
Es por
tanto una imagen única e histórica la que en este mes de difuntos podemos
contemplar en nuestra Iglesia Conventual: por ello felicitamos a nuestro
vestidor Miguel Ángel Crespo por vestir a la Santísima Virgen de esta forma y por devolverle a la
imagen una estética perdida, que esperemos que se siga manteniendo, porque nos
retrotrae aquellos años de principios del S. XX, en los que nuestra Dolorosa
Nazarena alcanzó el cenit de su hermosura.
Texto: Ángel Martín Roldán
Fotografía: Juan María Pineda y Ángel Martín
Fotomontaje: Antonio Javier Palma Guerrero